Fluir de nuevo con lo que hay en mí que está naciendo,
trascender lo que ya no es momento de usar como escudo para evolucionar,
dejar de ser partes que ya no me sirven en la evolución de mi cuerpo, de mi Ser, de mi Alma,
todo lo que es está contenido en las células de mi interior,
es todo lo que soy el gran misterio por descubrir, no aquello que fue y que creí que pasó, eso está acabado para mí,
el misterio es ese, reconocer que hay en mí el Universo infinito que cuidadosamente se guarda tras la celda de mi mente, una mente que se identificó con la historia que se contaba de sí misma, perdiéndose, así, a ella misma,
es como si tuviera mente propia pero no es verdad, la verdad es que el creador de la mente es libre sin recelos, sin rencores, sin que odiar o sin qué fue, puesto que para él solo existe el Ser, reconocerse siendo lo que es, no lo que se cuenta ser,
es el registro puro de uno mismo el que abre las puertas del Ser, la experiencia del ser no puede ser identificada con nada, puesto que si se es solo se puede existir siendo, nada más,
el ojo que todo lo ve implica la consecución de el más alto grado de claridad sobre el Ser mismo, es la vela que levanta el velo de la ilusión al encenderse en la oscuridad de la ignorancia, de la incognosciencia,
todo lo que es siempre fue revelado en lo que no era, pero al hacerlo, solo se pudo reconocer a el mismo al dejar de revelarse en lo que no es,
si no sería el bucle ad finitum de ser entre las tinieblas que no en la luz de la mirada profunda,
esto es esencial para todo lo que es y por tanto empieza siendo lo que puede ser, pero será transformado a medida que lo integramos en el caparazón del intelecto para disolverlo, creando así la única verdad;
todo lo que es está en todos los tiempos a la vez, y nunca dejaré de ser lo que siempre fui.
Así es.
