Así es como se erradica el sufrimiento de un Alma humana. Con dos simples palabras: eres Dios.
Soy Dios. En bien grande. Y que puede parecer una locura tiene toda la lógica millenial del mundo.
Es que Dios no es un puto tío con barba ni una amazonas tipo Afrodita con rollo sexual que te encumbrará a los cielos, es que no es sino la comprensión de que eres todo lo que vives, sin excusas, que eres un dios creador en potencia que crea para sí mismo y para los demás infinitas realidades con las que experimentarte y eso, es lo que llevamos haciendo miles de años sobre esta tierra.
Pienso en cualquier cosa que existe y antes de que la pensara o la crease no existía. Puedes ser un insulto, una guarrada que voy a hacerle a alguien o bien algo hermoso y bello. Puede ser un zapato que lo diseñé, o un vídeo o un puñado de letras juntas. Eso es una creación, en minúsculas, ¿pero es que no hay creaciones en mayúsculas a las que todos nos subimos al carro?.
Jurassic Park, se me ocurre. O el chismorreo. Todo fue creado antes por el Hombre para el Hombre, es decir, para toda la Humanidad.
Y entonces llegas a tu fútil vida en la que después de tanto pelearse con uno mismo te das cuenta que eres lo mismo que lo que creas fuera, tu propio Dios creador de los eventos que vives, aunque crees que vives lo que vives porque alguien te lo hace, y no tú porque ¿cómo es posible que me digas que eso que viví lo creara yo para mí con lo que me dolió?.
No tengo la respuesta para todos los dolores pero lo que sí sé es de mi propio dolor, si yo cree para mí lo que fue mi vida, que según yo dolió bastante, fue simple y llanamente para despertar la fuerza que hay en mi interior. Para que Dios le recuerde a Dios de lo que es capaz de hacer. El por qué todavía no lo sé, supongo que llegará a su debido tiempo, pero si que puedo ver cambios recientes en mi comportamiento más elemental que deducen que ese poder que hay en el interior es para algo más que para que me lo guarde.
Lo que sí puedo ver es que donde antes no me imaginaba sobrevivir ahora lo veo como el juego de niños que siempre fue, y que sin duda alguna después de haber creado el propio infierno dantesco para que lo representase como me fuese en gana me di cuenta que de algún modo no tenía sentido para mí… como si fuese inútil tratar de engañarme ya representando algo que no es, que está caduco y que no puede ser verdad por mucho que me empeño.
Entonces vuelvo a caer en el absurdo que es pedirle cosas a Dios que yo creo que no me da cuando realmente quien no se las da soy yo, y encima culpar a algo que está fuera de mi control en vez de comprender que soy yo el que está con el dinosaurio pegado en el culo intentarlo morderme porque es lo que me mola. Ahí el ego se desenvuelve como una flor para desarmarse porque no queda ya nada que esconder tras el descomunal fiasco que han sido estos 36 años y medio de vida con nombre y apellido empezando por A.
Y ahí cuando tu mente no puede dejar de entender el absurdo que todo esto produce se suelta y se rinde, se deja caer y se lleva hasta el lugar en el que tuvo que estar siempre, creando, maravillándose por cada mierda de creación que tenga, ya sea buena que me guste o mala que me haga sentirme horrible porque de eso se siente la mente, de verse a sí misma como la creadora de todo lo que es creado y experimentado por ella, el ouroboros como dicen lo pijos espirituales o el perro que se lame los huevos como me gusta verlo a mí, y ahí, no queda nada, ni refugio donde esconderse de ti mismo y lo ves todo con tal claridad y honestidad que te quieres hundir en el fango hasta la cabeza por ser tan tonto de no haberlo visto antes.
Porque de eso se trata, de simplemente verse a uno mismo como lo que es: Dios, creador del cielo y de la tierra, rey de las inmundicias y fracaso de los condenados a ser los propios creadores de sus penas como de sus alegrías, en este juego de máscara vilmente orquestado.
