Está, está, todo, tralalá
Estaba ayer viendo Come, Reza, Ama por segunda vez en mi historia y me di cuenta de algo: la vieja profecía que rezaban todos los antiguos testamentos del mundo era cierta, llega un punto en el cual nada puede calmar tu sed de lo externo y sólo queda girar la mirada hacia el interior.
La protagonista se da cuenta de eso cuando decide romper con su marido la relación y se divorcia para embarcarse en una aventura maravillosa que la llevara para conocerse a sí misma hasta Bali, la India o Italia, para de nuevo, con el giro de guión más hollywodiense que se haya visto, su gurú le diga que perder el equilibrio que había conseguido era volver a caer en los brazos de un guaperas con acento portugués.
Por supuesto si una peli acaba en distopía y con una Julia Roberts convertida al ascetismo eso seguramente no vendería, porque nadie en su sano juicio quiere abandonar su vida realmente puesto que es demasiado doloroso como para hacerlo sin acabar loco en el intento, por favor no intentéis hacer esto en vuestras casas si no es con permiso explícito de vuestra Alma.
Érase una vez, y otra vez, y otra...
Lo que no te cuenta la historia, por supuesto, es que aquello que está fuera nunca va a saciar lo que tienes dentro, que es la búsqueda profunda de el Amor hacia ti mismo, o misme, según mandan los cánones modernos. Este Amor se ve reflejado en la película cuando la protagonista espeta a su amiga que ya no siente nada por la vida tal como la está viviendo, está muerta pero que, en Italia, recuperará su apetito voraz por la pizza y por las compras que la hagan sentirse mejor como ese vestidito tan mono.
En realidad lo que te están vendiendo es que aunque es el paso inicial el cuidarte mejor y pensar en ti mismo siempre tiene que haber algo que te complete externo, ya sea una pizza, una vestido, un gurú o por supuesto, el amor romántico a la orilla de Nilo, o en algún otro lugar con mucho glamour.
Ahí cuando realmente se me encendió la bombilla interna y me dije –ahhhhhh, pero si todo esto ya lo he hecho y no me ha servido de nada, ¡será que ya estoy en el lugar correcto!-.
Así es, después de viajar por el mundo haciendo voluntariados y fotografías, tener romances, aventuras, exploraciones, después de perseguir el dinero, el amor, el romanticismo de ser el fotógrafo viajero, después de haber comido y dejado de comer y de estar presente en cientos de momentos de transformación personales lo único que puedo ver con claridad es esto: todo lo que quiero está dentro de mí.
Que por mucho que me haya empeñado en buscar fuera nada de lo que hay ahí me sacia realmente, ni el dinero ni el verme reflejado en lo que no es ni nada de lo que creía que quería conseguir se convirtieron en lo que ya era, por dentro, hasta darme cuenta de tener que llegar al punto en el que aborrecí la comida, las personas, las relaciones o todo lo que me rodeaba porque era ésta una búsqueda infinita del Amor donde no lo estaba, y ahí, mes tras mes de búsqueda a lo Indiana Jones me topé con la respuesta al ver ayer esta película.
Espejito, espejito, dime quién es el más bonito
Una de las leyes de la espiritualidad New Age es la comúnmente famosa «Ley del Espejo» por la cual todo lo que se refleja en tu realidad es si no un reflejo de tu estado interno.
Bien, hasta aquí todo es muy bonito, el problema es que se confunde el espejo con el reflejo en sí, cuando te miras al espejo crees que el reflejo que te muestra es verdad, pero no es cierto, ya que cualquier cosa que esté en el espejo puede transformar la imagen que veas reflejada. Prueba a hacer la prueba de lavarte los dientes sin ningún tipo de cuidado antes de mirarte en el espejo del baño para comprobar que acabarás como un negro moteado de sabor menta fresca. Lo de negro es por la cantidad de mierda que tendrá el espejo y que sí, reflejará el estado actual de tu corazón seguramente, guiño, guiño.
Lo que no se comprende de esa maravillosa ley es que el reflejo es lo que eres, pero no el espejo, el espejo es tu mente y todo lo que haya en ella, sueños, anhelos, esperanzas, contradicciones o lo que sea moteará el reflejo de todo lo que estás viendo, sin esperar una respuesta clara y creyendo que eres eso. Es decir, si tienes el trauma de que tu familia te abandonó al igual que yo lo tenía pues todo se teñirá con el moteado sabor menta del abandono, incluso la propia comida o cualquier cosa que se proyecte en el reflejo.
Es por eso que los taoístas o chinos de los cojones que dicen cosas sin sentido, como me gusta llamarles, hablan de que la mente es un espejo perfecto que te permite ver tal como eres sólo cuando está en calma, igual que un estanque tranquilo en una noche de luna llena. Cuando la mente no está en calma y tiene diferentes moteados todo aquello que se refleja en tu exterior de lo que eres tendrá el color de lo que crees que eres por lo que esté reflejando la mente interna, es decir, aquello que viviste y que te pasó quedando almacenado en tu memoria, pero nunca se nos ocurre que para ver cómo somos realmente lo que tenemos que limpiar es el espejo, y no cambiar el reflejo de lo que vemos.
Lo que vemos es simplemente un trabajo que nos hunde, un novio o novia que nos abandona, un mundo que nos hace daño o cualquier cosa que tengamos dentro, pero en vez de cambiar la percepción de por qué vemos lo que vemos como lo vemos, lo que hacemos es cambiar el reflejo externo, creyendo que así cambiaremos nosotros, de esa manera cambiamos de novios, de trabajos o de cualquier cosa creyendo que eso cambiará lo que vemos, pero no es eso real en ningún caso, puesto que seguiremos confundiendo las motitas con aquello que el espejo de marras nos muestre.
Así fue como me descubrí creyendo que si cambiaba mi lugar de residencia, mi ser interior, es decir, que si lo mejoraba o aprendía más de lo que ya era, que si tenía más de esto o de aquello iba a alcanzar la perfección en mi reflejo cuando más bien lo que tenía que hacer eran las correciones pertinentes en la forma de mirarme que tenía.
Y si cambiaba de espejo a uno que estuviera limpio, ¿cómo me vería entonces?.
Esa es la gran pregunta que nos lleva al siguiente paso de la película: la intercesión Divina.
Padre, perdóname porque he pecado
Te suena familiar la frase, ¿verdad?.
Todos de algún modo hemos crecido con el espejo manchado desde que nacimos puesto que, según las sagradas escrituras, todo ser que nace en esta tierra viene con el pecado original de que alguien se tragó una manzana y no dejó nada a los demás. Es decir, sólo por haber nacido en la cultura en la que estás, en el planeta en el que estás y en la familia en la que estás, tu Alma ya está podrida por dentro por ser un pecador de la pradera (nunca mejor dicho) y tener que redimirte de tus pecados a través de la expiación del dolor y de darle el diezmo a esa gentecilla para que viva bien, ya que ellos serán los que escuchen tus pecados y te los perdonen según el grado de maldad y el nivel de penitencia que ellos creen oportuno. Bien.
¿Puedes ver que nos enseñaron a que nuestro espejo estaba manchado de por vida y que siempre íbamos a ver lo que éramos, pecadores perdidos que son conducidos a las llamas del infierno como viles perros?. Dime, ¿dónde está el error de percepción ahí?.
En realidad el único error de percepción es que hemos creído en que hay el error en nosotros, pero no es eso. Ningún Dios que se precie mandaría aquí a sus hijos hechos a imagen y semajanza de Él para decirles luego que son pecadores por nacimiento puesto que, vidas pasadas aparte, el primero que nació en esta tierra tampoco pudo pecar contra quien le creó, puesto que él era Él mismo si estaba hecho a imagen y semejanza.
Jaque mate a la historia de la biblia y el condenado pecado.
Pero más allá de eso lo que te quiero explicar es que todo lo que hagas en esta tierra, todo lo que sientas o todo lo que pienses no va a cambiar lo que ya eres, porque no puede. Si el reflejo externo que vemos es una concepción interna de lo que somos es simple ilusión, no la realidad de lo que vemos, esto se explica perfectamente con el espejo cóncavo o convexo, como bien sabrás no es lo mismo mirarse en un espejo plano que en alguno de estos pero entenderás que tú no eres el que cambia, en este caso cambia la forma del espejo, la forma en que tu cultura, tu racionalidad, tus ideas y todo aquello que te concierne creyendo en que lo eres modifica tu imagen original pero que ésta, hecha a imagen y semejanza del Universo, no es modificable, es una estatua eterna de granito convertida en piel de Amor hacia sí mismo, no hacia lo demás como rezaba la película.
No puedes ser más de lo que eres, no puedes ser menos de lo que eres, no puedes modificar lo que eres si no dejas que el espejo en el que te miras te convierta en una figura deforme o en un adonis de su tiempo, da igual lo que hagas, lo que pienses, lo que sientas al respecto si eres consciente de que tu imagen interior no puede ser alterada por nada en este mundo menos por ti creyendo que la estás alterando, nada más.
Fin de la conversación.