
«- Alex, es que vives en el mundo de la piruleta, creyendo que todo es color de rosa, que la vida es fácil y que todo aquello que quieres te llegará sin lucharlo, sin sacrificarte por ello.
– ¿Es que acaso merece la pena vivir en un mundo que no se parezca a él?.»
Cuentos de infortunio. Ed. Tiovivo, 7º edición, Madrid, 2027
Últimamente he retomado una vieja costumbre, hacer semanalmente lo que Julia Cameron define como Cita con el Artista, esto no es mas que sacar de paseo a tu niño interno para que disfrute y se divierta haciendo lo que ame. Es una habilidad muy útil para los que queremos disfrutar de la creatividad en todas su maneras ya que dar rienda suelta a los deseos reprimidos que tenemos dentro nos permite abordar luego la vida desde otra perspectiva.
Mi perspectiva, sin duda, es la piruleta, ese Universo interno donde la magia existe y todo funciona a la perfección entendiendo que cada ser viene a experimentar algunas cosas por las que tendrá que pasar para convertirse en Amor.
– Pffffff-.
Mi niño acaba de hacer una pedorreta recordándome que cada vez que me pongo en plan maestro zen aburro hasta las cabras. Y eso que amo las cabras. Pero es que no es el propósito de esta misión ciberespacial, si no de que pasemos un rato agradable juntos, creando y contando qué hacía yo en mi Cita con el Artista la semana pasada. ¿Acaso te importa?. Bueno, no sé, pero quédate por si descubres algo nuevo. O vete a tomar por culo si lo prefieres. Pedorreta del niño de nuevo.
Érase una vez
En algún tiempo muy remoto yo siempre desprecié a mi familia, sin ambagajes, ni medias tintas, todo lo que fuera que me recordase a familia me producía un hedor interno putrefacto que ni siquiera quería abordar, pero lo hacía. Una y otra vez.
-Ay, ya me estás aburriendo otra vez-.
Bueno, el caso, como todos hemos tenido una familia un tanto disfuncional, que el mundo nos hizo rebeldes y que algunas cosas no se perdonan fácilmente, qué me vas a contar te estarás diciendo si tú ya lo habrás vivido en tus propias carnes, sino ni estarías leyendo algo relacionado con los ancestros, ¡qué aburrido!. Perdona, mi niño a veces se va por las ramas.
Después de mi caminata por el Camino de Santiago y después de hibernar como un oso polar reponiendo fuerzas durante día y medio decidí, o no, ya que fue un mensajito del interior, que iba a hacer una visita a un lugar sagrado para mí, con un aura de reverencia a lo funesto que fue mi pasado pero que siempre traía alegrías a mi corazón: El Templo de Dedod.
Con d, no con t, no seas palurdo.





El Templo de Debod era mi Zona Cero pero no lo supe hasta casi los 30. Oh, sorpresas de la vida, cuando descubrí que había sido engendrado allí, que la chispa de Amor ignífugo entre mi padre y mi madre fue allí, en ese lugar al que, curiosamente, yo acudí religiosamente durante el resto de mis días, desde que era un niño puesto que era el patio de recreo de nuestro colegio hasta pasando por los primeros botellones y llegando a las horas melancólicas de la adultez. Siempre aquel lugar había tenido un encanto mágico para mí, y cuando descubrí aquel secreto, uno de tantos, conecté con la verdad.
Así que me propuse casi 30 años después volver a entrar al Templo.
Tenía una vaga esperanza de que esta vez fuera posible porque ahora atestado de personas deseosas de hacerse la foto y publicar la reseña en Google hacía que siempre hubiera unas colas de infarto para entrar. Eso y porque es gratis, claro.
Pero esta vez hubo suerte y pude rastrear, una vez más, el camino que me llevaba a mi pasado pero desde una óptica distinta, la óptica que gracias a la piruleta y a las cabras me permite volver a los lugares que me recuernan (válgase la madre de Dios el chascarrillo) los eventos dramáticos de los ancestros y poder disfrutarlos como un niño, ese que si no lo recuerdas, es el que estaba de paseo para divertirse.
Quizás pensarás que mi niño es un poco retorcido si su idea de diversión es irse a los lugares en los que la tragedia de los ancestros tuvieron lugar, pero ah, misteriosos son los caminos del Alma que te llevan a cerrar ciclos y purgar viejos dolores.
Allí, volví para reconocer todo aquello que me avergonzaba de mis ancestros, de mi linaje, de mi interior al fin y al cabo, todo lo que hacía que me escondiera en las profundidades por haber sido un niño escondido, casi siniestramente, para que nadie supiera mi procedencia, cual furtivo.
Ah, espera, que me estoy adelantando, y además me estoy poniendo intensito, relaja la raja hermano. Perdón, ya vuelvo. Si es que no te conté cómo empezó todo. Fallo mío.
La historia comenzó porque yo nunca conocí a mi padre. Ese padre que se folló a mi madre en unos matojos de un parque egipcio de Madrid para tener un pequeño bastardo en potencia. Y ese soy yo. Todo esto me lo contaron ya entradito en años, con 9 para 10, y no porque tuvieran ganas de revelar la farsa de proporciones bíblicas que habían montado sino porque a quien yo consideraba mi padre se murió de cáncer, vamos que nos les quedó otra que sacar a la luz todo el entramado, haciéndome creer que mis padres, en realidad, eran mis abuelos y que la persona que hasta mi pre pubertad había llamado hermana era mi madre. Y claro, tenía que haber un padre sátrapa escapado de la ley por algún lugar del mundo, pero de eso no me enteré hasta que hice mi famosísimo proyecto del máster y descubrí mucho más pastel del que podía comerme.
Retomando la piruleta
Si te dijera la cantidad de veces que he contado esta historia te sorprenderías, por lo que esta vez, por fin, te voy a decir porqué cojones estaba yo en el templo egipcio donde había descubierto que fui engendrado y que literalmente erguió la columna vertebral de los acontecimientos más importantes de mi vida.
Porque al parecer tenía que perdonar a los ancestros. Los putos ancestros que siempre había estado en mi mente torturándome pensando en qué hubiera ocurrido si en vez de caer en esta familia deplorable hubiera sido el niño amado y respetado de otra.
Ahhhh, sueños de la infancia supongo.
¿Te acuerdas que te dije hace un rato que cuando me pongo en plan maestro zen aburro hasta a las cabras diciéndote que todos venimos aquí a experimentar cosas para trascenderlas y convertirlas en Amor?.
Pues es verdad, aunque te aburra.
¿Cómo si no crees que vas a conseguir vivir en el mundo de la piruleta donde todo funciona perfectamente y eres un ser amado por el Universo y la Divinidad si no te sacas la cantidad de mierda que llevas dentro?.
Esencialmente esto lo descubrí hace un año, cuando recordé algo que no quería hacerlo desde tiempos ínfimos de mi infancia. En ella, en ese niño con la piruleta en la mano, Alejandro había tenido siempre un blackout o fundido a negro con sus memorias, es como si una parte de su ser no quisiera recordar nada de lo que había sucedido, ni los templos, ni sus familiares ni por supuesto, sus putos ancestros, su linaje, la tierra de la que él proviene.

Como te he dicho el Alma es muy cuca cuando quiere llevar a cabo algo y esta vez lo hizo como si fuera un juego de preguntas y respuestas. A la pregunta de ¿Qué hay que no quiero ver? contestó con una serie de imágenes en technicolor, sensaciones y un profundo llanto que duró semanas. En aquel momento recordé como era ser abusado sexualmente por parte de su linaje sumando más allá de la capacidad de comprender que un niño no era culpable de nacer donde había nacido. Si esa familia estaba podrida, yo era el cubo de la basura de todos ellos.
– ¿Te gusta la piruleta Alejandro?- parecía preguntarme a mí mismo.
Oh, no sabes como lloré durante una semana, pero mi cuerpo todavía era capaz de moverse a un cierto ritmo normal durante un tiempo, tiempo en el que, con la calidez de un metrónomo, destapó la segunda parte de la venida de la piruleta versión 2.0.
-¿Cómo se puede ser tan hijo de puta?-, pensé.
Ahí tenía mi linaje, mis ancestros, mi odio visceral que ni siquiera sabía de dónde venía a una familia que me lo había dado todo (al menos la vida) y que por otra parte hizo todo por destruirme.
-No te pongas intensito-, me recuerda el niño. – Recuerda que esto no es para despotricar de los ancestros, si no de recordar porque lo hicieron, en realidad estaban igual de jodidos que tú, y así se fueron-.
Este niño es un cabronazo, porque es sabio, sin duda, debe ser que el mundo en el que él vive de perfección y abrazos se construye desde una sabiduría que el adulto olvida.
Recordando viejas memorias
Y ahí estaba yo en medio del Templo de Debod esperando a que la gente pasase en fila para poder entrar a la capilla nupcial de todas las bodas faraónicas que cuentan en sus muros. Cuando el goteo de gente se hizo regular me quedé maravillado por todo cuanto existía ahí, en esos muros vacíos que no podía comprender. Estaba en medio de las salas levitando de tal cantidad de energeia que sentía mientras las personas pasaban sin mas ni mas por aquel redil convertido en templo. Me fasciné de cuanto está oculto que no se descubre hasta que no vas al fondo, hasta que no lo sientes con cada ápice de tu corazón. Mi niño estaba feliz, había entrado de nuevo a ese lugar mítico para él que le iba a disparar tantas memorias de esta y otras vidas, lo que no quería ver, supongo.
Porque es curioso, pero cuando desperté de mi realidad opacada de un mundo de mierda a una nueva percepción de la vida comencé a recordar Egipto, había estado allí, en esas tierras, en sus pirámides, en sus cielos y en sus ríos, no sabía que era eso que sentía pero lo hacía muy mío, muy reconocible, muy Horus y de sus memorias.
– ¡Já, tócate los cojones!, el niño egipcio que engendraron en el lugar egipcio de Madrid que se convertiría en el bastardo que luego pasaría media vida en aquel lugar-. Eso es lo que pensé cuando el pastel se comenzó a revelar, capa tras nueva capa, descubriendo el queso cheddar que no te esperabas encontrar.
«- ¿Es que acaso lo que pasó es lo que marca el rumbo de tu camino o solamente es la huella que dejaron otros para que no hicieras lo mismo que ellos?.»
Cuentos de infortunio. Ed. Tiovivo, 7º edición, Madrid, 2027
A lo mejor te parece una hierba pero recordar es lo que me ha hecho fuerte, invencible, y para muestra un hecho. Después de aquella reversión de la fuerza a las profundidades de los traumas infantiles de hace un año superé aquello que no creía que iba a hacer nunca: el Amor incondicional.
-¿Pero cómo es posible que empieces otra vez con la palabrería espiritual que aburre a las cabras?-. Oye, venga, déjame en paz contar esta historia, que para eso es mía.
Da igual como le llames, llámale Amor, llámale mierda de perro frita o cheddar inesperado, lo que sé es que después de estar durante mucho tiempo en el ostracismo vital conmigo mismo, separado de la vida y de mi entorno que me rodeaba, curiosamente, en ese momento en el que más debería odiar lo que me hicieron, surgió el Amor. «Hola, chorprecha, estoy disponible para ti porque es lo que llevas dentro.»
Mi plan no era pasarme un mes con estrés postraumático (término acuñado que yo desconocía pero revelaban los síntomas que tenía) y luego decir que siento Amor por el mundo, porque eso sería idiota y pueril, digno del mejor mundo de cuento de hadas donde hasta el apuntador es feliz, y eso, como todos sabemos, no sucede en este mundo. Pero así fue.
Pasar por aquella experiencia retornando únicamente a mi centro una y otra vez me devolvió la pieza perdida de la esencia de mi ser, el Amor a mí mismo y la compasión pura del ser un humanito en esta tierra. Claro que tuve que hacer todo lo posible para que en ese tiempo no me tocase ni la más mínima mota de viento con miedo de que cualquier cosa pudiera destruirme, o más bien destruir, a aquello que había creado: a ese Alejandro rencoroso y enfadado con la vida que languideciendo en su pesar creía que todo iba mal.
En realidad no lo iba.
Dos semanas después de tan fatídico hecho llegué a la conclusión de que lo que tenía que hacer era coger a esos putos ancestros y recordarles que yo no era como ellos, que donde éstos había callado, sucumbido a los horrores de su inconsciente y vivido una vida amargada yo iba a brillar como la Estrella de Alba que marca el rumbo a los marineros, así, que ni corto ni perezoso, unos días después mágicamente se instauró la nueva república del Amor en mi casa y conseguí pasar página.
¿Qué cómo lo hice sin años de terapia ni revisiones con el doctor?. Te doy la receta:
- 500 gramos de comprensión hacia ti mismo y hacia tu dolor.
- No juicio a lo externo. Si vinimos a jugar lo haríamos a lo grande.
- Sanaciones energéticas por doquier. Es lo que tiene haber descubierto esta habilidad en uno mismo.
- Compartiendo lo que duele. Cuando puse en palabras desde el primer momento lo que sentía una puerta se abrió en mi corazón.
- Haz un cierre a lo grande de una vieja historia que ya no te pertenece.
El cierre de gala
«The best is yet to come».
Oh darling, no tengas dudas de eso. Yo no sabía que entre egipcios, recovecos estelares y paraísos iba a ir todo esto, pero los derroteros que toman las cosas son inexplicables, como este post. A veces solo es dejarse llevar por lo que se siente, y eso tiene mas valor que nadie.
El camino que eligió mi Alma para cerrar toda aquella experiencia ancestral fue bien querido, al decirlo de esta manera delego toda responsabilidad de lo que me ocurre en ella, puesto que como es álmica, energética y sabia pues no se equivoca, yo la dejo hacer y trato de no meterme por medio mucho, así no molesto.
Misteriosamente, recreó un circo donde bien entrada una noche de fiesta que me dio por salir a ver si volvía a la vida, conocí a un par de personas que me pusieron en contacto con una ONG, que, curiosamente, iban a hacer un evento benéfico en Madrid. Así llegué a Mundo Justo lugar en el que, ellos sin saberlo, iba a ser trampolín de la redención que tantos años llevé esperando. No me podréis negar que el nombre es poco poético para lo que se estaba hablando aunque en relación con lo que fue la charla era en disonancia.
No se me ocurrió otra forma mejor de cerrarlo todo que titulando el taller Los Ojos del Corazón y me planté delante de doce personas a hablar del poder del perdón, del Amor los unos por los otros y de juegos como la silla, recordando que al final del día el que se tiene que divertir es el niño, no el adulto. Ya te puedes imaginar como se recibió alguna parte del mensaje, contarle a una persona que tuvo que emigrar del país en el que vivía para terminar en una casa de acogida que el Amor y el perdón es el camino a lo mejor tiene mucho sentido sólo si se está dispuesto a escuchar, si de verdad crees en el mundo de piruleta que existe y que se puede hacer real.,

Sólo sé que allí se dieron unos momentos memorables de diversión y risas, cosas que me confesaron después, algunos de los veteranos llevaban sin ver años entre sus filas. No me sorprendí, sé que un corazón puro y sincero puede llevar luz allá donde vaya, aunque estuviera convaleciente como lo estaba el mío. Sólo amé hacer lo que mis ancestros no habían hecho, expresar lo que les dolía y que podía haber otro camino hacia la redención, hacia la libertad y la inocencia, y ese era el camino que iba a recorrer tiempo después, cuando unos pocos meses mas tarde partí con un mensaje claro hacia un lugar recóndito de mi pasado: El Cabo de Gata.
-Pero querido, ¿me quieres decir por qué te fuistes hasta allí en un momento de vulnerabilidad con la úndecima ola del co-ñid golpeando contra las puertas del país dónde vivías mientras podías estar lamiéndote las heridas desde casa?-.
Ay my friend, nunca entenderé bien porque me llegó el mensaje de partir a realizar todo aquello que tanto me había funcionado a mí para superar mis traumas, ni porqué debía regalarlo hasta que un año después estaba escribiendo un post en un blog sobre mis experiencias, así, que para que no te quedes con la trama a medias y mientras negociamos qué es lo que yo voy a recibir a cambio de mi Amor, te voy a entregar una vieja meditación para que puedas liberarte también de todos aquellos ancestros que tienes colgando en forma de recuerdo, para que de una vez, tus putos ancestros, y los míos, nos aplaudan por el trabajo que hemos hecho en no recorrer los mismos senderos y ser, por fin, aquello para lo que el mundo nos trajo: luminarias en la oscuridad, bondad en el dolor, Amor en la reciprocidad y un caos que se convirtió en el caramelo más dulce que jamás hayas probado.
Tu libertad.
Alea Jacta Est.
«No creas que porque me ves bailando en la oscuridad, despreocupado, jugando a ser yo, no caminé en las tinieblas más profundas del ser.
Pero decidí hacerlo»
Citas con el Artista. Ed. Unicornio de Colores, 1º Edición, Madrid, 2024
Querido Alex: Yo se muy poco y te conozco también muy poco pero , si voy aprendiendo a percibir más allá de lo que se dice o como es el caso, de lo que se escribe y en lo que he terminado de leer, que ha sido todo, recibo mucha belleza, una tremenda lucha por descubrir tu verdad , la VERDAD , mucha valentía , Amor, sensibilidad …..humor, que es Amor pero , a su vez, odio , rencor, oscuridad …Me entristece profundamente, que lo que he recibido me haya generado más dolor que LUZ. En persona, transmites lo contrario…No obstante, cuando nos veamos, seguro que cambia mi percepción.Añadir que me gustará mucho seguir percibiendo de ti, a través de este más que interesante blog.Un besazo.Pepa.🎇